Paranoyas célebres.

domingo, 10 de abril de 2011

Memories

Los recuerdos, un cúmulo de imágenes, sonidos y sensaciones que se mantienen en nuestra memoria durante días, meses e incluso años. Memorias que en ocasiones perdemos y en otras tantas nos avivan la esperanza.

Hay momentos en la vida cuyo recuerdo es suficiente para borrar años de sufrimiento, decía François Arouet Voltaire, famoso escritor francés. Y es que en ciertos momentos de nuestra vida esos recuerdos felices, esos anhelos de ver a la persona amada, de regresar a un recóndito lugar o simplemente de volver a realizar nuestras acciones cotidianas, mantienen la esperanza y nos hacen avanzar con fuerza hacia un mañana incierto en instantes de crisis, guerra, depresión, en momentos en los que te sientes desvanecer y caes en un foso profundo y oscuro. Un pozo, vacío de sueños y repleto de miedos, del que nadie puede sacarte. Ahora bien, ¿qué pasaría si de un día a otro perdiésemos esas memorias? ¿qué pasaría si se resquebrajarán como un cristal y acabarán despedazados en minúsculos trozos, incapaces de volver a unirse? ¿qué?.

A lo largo de nuestra vida hemos sido capaces de comprobar con tristeza que bien por la edad, un accidente, o una enfermedad, personas de todas partes pierden parte de su vida, olvidan nombres, fechas y sucesos que les han acaecido durante días o años como quien pierde una aguja en un pajar. Sin embargo, en muchas ocasiones olvidar es lo único que nos queda, la única salida, ya que, a decir verdad… la vida sería imposible si todo se recordase.
¿Por qué? nos preguntamos.
Podemos responder de dos formas.
Primero: según estudios científicos el cerebro, más concretamente el hipocampo, es el encargado de hacernos recordarlo todo, desde el nombre de nuestros padres, hasta lo que hemos comido esta mañana. Según esos estudios mencionados, el hipocampo es incapaz de retener toda la información en el cerebro y, por tanto, en ocasiones toma la “decisión” de olvidar aquello que no considera importante, ya sea por el desgaste o el sobreesfuerzo del mismo.
Segundo: a veces, algunos recuerdos son tan dolorosos y terribles, que el hecho de no olvidarlos, es decir, el simple suceso de que permanezcan por y para siempre en nuestra mente puede ocasionar que nos atormenten, convirtiendo nuestros temores en pesadillas y fobias que nos impidan ser felices día a día.

Sin embargo, el problema está en cuando olvidamos a alguien a quien amamos, o en el caso inverso, ellos nos olvidan a nosotros. Cuando esto ocurre sentimos que una parte de nuestra alma, nuestro corazón o simplemente una parte de nosotros mismos se entristece, se resquebraja y finalmente se rompe. Entonces… ¿qué podemos hacer? Cierto escritor decía que aunque las personas que nos rodeen nos olviden, el recuerdo siempre permanecerá con ellos, oculto, pero junto a ellos hasta el final de sus días, y posiblemente, el día más inesperado, lo recordarán todo.

En definitiva, para poder ser feliz entre los recuerdos, no podemos recordarlo todo, pero obviamente tampoco olvidarlo todo. ¿Entonces? Lo inteligente, es saber lo que necesitamos omitir y lo que debemos evocar y es que como decía Paul Geraldy, poeta y dramaturgo francés: “Llegará un día en el que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza”.

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