Paranoyas célebres.

miércoles, 17 de enero de 2018

Ella es mi llave

[Locked Clearwater~]

Nadie se me quedaba mirando cuando entraba por la puerta del enorme salón. Quizás hubo una época en la que lo hacían; en la que la gente se giraba al verme pasar. Ahora, el pomposo pelo rosa pasaba tan desapercibido como yo. Finalmente, lo había conseguido, había conseguido ser invisible. El mundo giraba según mis estúpidos designios, había querido desaparecer y desde luego que lo había conseguido. Sin embargo, había una persona, una persona capaz de verme a través incluso del tiempo.

Su mirada dulce se cruzó con la mía, anonadada y perpleja, su cuerpo se balanceó atravesando el aula casi como lo haría una bailarina de ballet, hasta finalmente, encontrarse junto a mí. Tragué saliva, cuando estaba cerca de mí se me olvidaba hasta respirar. No era capaz de entender como aquel ser humano tan perfectamente creado, me prestaba atención.
—Buenos días, Locked.

—Buenos días, Key —respondí tratando de imitar el tono dulce de su voz mientras me perdía, una vez más, en sus ojos verdes y las pecas que le llenaban el rostro. Nunca lo había dicho en voz alta, pero estaba inconfundiblemente enamorada de ella. Quizás, enamorada era decir poco, relámpagos de emociones surcaban mis brazos cada vez que sus dedos me rozaban para cogerme de la mano. Sentimientos que me hacían sonrojarme por la simple fortuna de tenerla en mi vida, de que me considerara su mejor amiga.

Se sentó sobre la mesa, inconsciente de que todos mis compañeros la admiraban gesticular. La larga melena cereza caía en forma de cascada sobre sus hombros semidesnudos, donde comenzaban tres entintados cuervos que, según ella, nos representaban a su hermano pequeño, a su madre y a mí. Un suspiro salió de entre sus labios de forma ahogada.

—¿No te resultó increíblemente difícil el trabajo de estadística? Creo que es el trabajo que más me ha costado de todo el año y ¡ni siquiera es el trabajo final de la asignatura! —. De un tímido brinco, saltó de la mesa y se sentó en su silla junto a la mía. Sacó un encuadernado documento con una caligrafía preciosa en la portada y lo dejó sobre la mesa. Adoraba su caligrafía, el color de su pelo y hasta la forma en la que bailaba al caminar. Contemplé la portada de mi trabajo, tan diferente al suyo, y me encogí de hombros. Desde luego, el arte gráfico no era la rama que mejor se me daba. —¿Me estás escuchando?

—¿Crees que sería capaz de no hacerlo? Estoy segura de que sacarás muy buena nota, Key. Siempre lo haces, a mí me hubiese gustado más un trabajo de literatura pero desde luego, estadística es tu rama favorita.

Mi respuesta pareció satisfacer la voz de sus sentidos, una disimulada sonrisa se dibujó en sus labios. Aunque quizás no era tan disimulada, al fin y al cabo, era capaz de verlo todo en ella. Desde que nos habíamos conocido, había surgido algo increíble, pero ella jamás sabría hasta que punto era increíble para mí. Y, en el fondo, eso me dolía de forma abismal. Dolía del mismo modo que lo hacían sus romances cuando le rompían el corazón, porque cada una de aquellas desilusiones la apagaban varias semanas. Semanas insufribles en las que sólo podía tratar de estar ahí para ella. Tengo que admitir, que nunca he entendido como alguien podía no ver la suerte que tenían de tenerla en su vida. Cómo eran capaces de romperle el corazón a alguien tan excepcional. Y, sin embargo, lo hacían.

—Algún día serás una gran escritora y yo, estaré en todas las firmas de tus libros para fotografiar el momento —respondió de forma risueña. Así era Key, la llave de mis sueños. Apostaba por mí de un modo que no había hecho nadie nunca antes—. Locked, vas a llegar muy lejos y estaré ahí para verlo. Créeme.

[…]

—Oye, Locked ¿has pensado con quién irás al baile de final de curso? Queda una semana para la fiesta.

—Estoy demasiado ocupada con los exámenes, mientras todos los demás os preocupáis por pequeñeces como el baile de graduación, yo necesito preocuparme por lo que viene la semana después. No puedo permitirme fallar.

—Sólo es una semana de pensar en detalles banales: peluquería, comprar un vestido o esmoquin elegante, bailar y disfrutar. No está tan mal después de un curso tan agobiante y, además, estarás más despejadas para los finales—. Respondió mientras terminaba de recoger las cosas que quedaban sobre la mesa de estudio. No sé cómo lo hacía, pero cada una de sus palabras me engatusaban como el canto de una sirena. Quizás, sólo quizás, aquel baile no fuese una estupidez sólo pensada para mantener el estatus quo y las relaciones sociales aceptadas. Quizás, si mi compañera de mesa aceptaba a ser mi pareja podíamos ir juntas.

No.

Agité la mano alrededor de mi cabeza, espantando a mis pensamientos como si fuesen molestas moscas, eso, nunca pasaría. Ella, nunca pensaría en mí de ese modo. Pero al menos, siempre la tendría en mi vida para dar cada uno de mis pasos. Con eso me valía, con eso me sobraba.

[Key Braverson~]

—Podríamos ir juntas… —murmuro mordisqueándome el labio inferior. Tal y como lo ha expresado Locked, espero que mis palabras caigan en saco roto. Sin embargo, debo intentarlo. Es el último año que estamos juntas antes de la universidad, que vamos a vernos cada día y aunque mi deseo es pasar el resto de mi vida cerca de esa joven que me acompaña, sé que nuestras universidades no están precisamente cerca.

La contemplo, decidida y un leve rubor se levanta en sus mejillas. No entiendo la razón, pero me mira y agacha la cabeza. —¿Contigo? —repite, como si no me hubiese escuchado.

—No, con mi padre —respondo—. Claro que conmigo, es nuestro último año y no quiero que ningún chico me robe el honor de llevarte al baile de graduación.

—O chica —replica, aunque no llego a comprender si eso hace referencia a sus preferencias. La observo detenidamente, es la primera vez que caigo en la cuenta de que Locked, siempre había permanecido cerrada a mí en términos amorosos. Había llegado a pensar que no deseaba compartir esa parte de su vida o, que simplemente, no había llegado el momento. Quizás, en un instituto en el que te marcan continuamente lo que debes ser, ni siquiera eres capaz de abrirte con tu mejor amiga.

—¿Irías al baile conmigo? ¿Serías mi pareja? —Vuelvo a preguntarle.

Asiente con tierna timidez y se esconde detrás del burbujeante pelo rosado. A veces no soy capaz de leer sus expresiones, desde luego es curioso que con la facilidad con la que empatizo con todo el mundo es a ella a quién no logro leer. Sus expresiones se enternecen aún más cuando comprende que la estoy mirando fijamente.

—Pues tenemos una larga semana por delante —añado con una sonrisa colgándome la mochila a la espalda. Ella se levanta en silencio, siempre hace lo mismo. Pretende que es invisible, pero conmigo no funciona. Su luz, a veces incluso me deslumbra.

—Key… —comienza.
Noto duda en su forma de hablar, algo le preocupa pero no llego a entender qué es—. Quieres ir al baile conmigo, sólo porque no me lo pedirá nadie ¿no?

Parpadeo, confundida ante esa pregunta. Y, por primera vez, puedo leer la expresión que subyace en sus ojos almendrados. Tiene miedo, miedo de que sólo la vea porque siento pena por ella.

—Desde luego que no, quiero que vengas al baile conmigo porque quiero pasar esa noche con alguien a quien quiero. Con mi mejor amiga.

—Claro, lo siento si te he ofendido—. Responde, aunque su voz suena dolida. Como si esperase algo más de mí, quizás siempre esperaba algo más de mí. Algo más que el resto nunca esperaba, por eso la quería. Por eso la veía de la forma en la que lo hacía.

—No creo que tú pudieses ofenderme… ni aunque te lo propusieses —respondo de forma burlona ante su comentario, intentando que la sonrisa asome por sus labios. Ella frunce el ceño y me da un empujón al salir. Esboza una sonrisa y me llama para que camine junto a ella a la salida. Desde luego, es lo que quiero hacer el resto de mi vida.

Caminar junto a esa increíble mujer. Y quizás, algún día pueda llamarla algo más que amiga al hablarle de mis sentimientos por ella y por la forma en la que baña de luz todo lo que toca.