Paranoyas célebres.

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viernes, 26 de diciembre de 2014

Believe in someone



No entiendo como una canción como Pompeii puede hacer que me sienta triste, pero oye así es. Me encuentro con tal ansiedad que apenas puedo respirar, aunque bien puede ser que no sea ansiedad. Qué voy a saber yo de como me encuentro. El mundo se me va a la mierda a medida que pasan los días. Repito que estoy bien pero ¿cómo voy a estarlo? No es fácil después de todo lo que ha pasado. Ay, soy una persona deprimente. Vamos, me veis como una persona deprimente (si es que aún queda alguien que lee una sola línea de todo lo que escribo). Lo más probable es que nadie me conozca nunca realmente, nadie a quién tenga que decirle como me siento a la cara. No me gusta llorarle a nadie ¿qué le voy a hacer?

lunes, 8 de diciembre de 2014

No need help.

Estoy teniendo una de esas noches de mierda a las que me había desacostumbrado. No porque ya no apareciesen, sino porque simplemente había aprendido a superarlas y a evitar que me doliesen. Me siento completamente estúpida, inútil. Yo que creía que me había hecho lo suficientemente fuerte para que nada ni nadie pudiese herirme y resulta que todo era una fachada. De hecho, siendo sinceros no llego a entender que me tiene tan destrozada esta noche. No sé si han sido un cúmulo de todas las cosas que llevan semanas rondándome la cabeza o si ha sido una única de todas ellas. No sé si es culpa de la propia ansiedad que me están generando con todo esto del trabajo fin de grado, de los exámenes, de las prácticas y mi investigación, de tener notas altas para conseguir lo que quiero. No sé si es el hecho de estar hiriendo a las personas que quiero sin poder hacer nada. No sé si todo es culpa de la perfección que envuelve a Ed Sheeran y sus canciones. No sé, no sé, no sé. No tengo ni idea de nada.

En fin, supongo que hoy necesitaba estallar como ya me ha pasado en otras ocasiones. Necesitaba estallar para volver a estar bien durante meses. Un día malo por treinta buenos no está nada mal. Y mira por dónde, después de todo esto ya estoy bien. Sólo me ha costado unas pocas líneas y una larga llantina. Pero lo he superado yo solita, como toda una campeona; no obstante, tengo que admitir que en ocasiones me gustaría que me resultase fácil hablar de mí y de todo lo que siento, ser capaz de decir que necesito ayuda. Me puede el orgullo.

miércoles, 11 de junio de 2014

Sólo estoy sensible, supongo

No sé que me pasa últimamente que vuelvo a tener problemas para dormir y para enfrentarme a mis problemas, cualquiera, por muy pequeño que sea. Me siento como si todo el esfuerzo que he hecho por controlarlos y afrontarlos no hubiese servido para nada, como si no hubiese estado más que fingiendo que estaba todo bien y hubiese acabado creyéndomelo todo... hasta hoy, que como era de esperar he explotado.

Tampoco sé si ha tenido algo que ver el hecho de que haya tenido en reproducción automática la danza de los cisnes de "El lago de los cisnes". O si es culpa de los exámenes finales de la universidad. No tengo ni idea de qué es lo que me pasa, pero al final ha resultado que entiendo lo que significa ser una granada porque soy una de ellas, aunque no en el sentido literal. Y tengo miedo, miedo de acabar hiriendo a las personas que quiero por el hecho de que no sé ser feliz o de que no puedo serlo. También es cierto que me da miedo no ser capaz de aguantarlo, ¿qué clase de psicóloga estoy hecha? Soy capaz de ayudar a los demás a afrontar sus problemas, pero no soy capaz de hacer lo mismo conmigo.

Supongo que estoy sensible, o que ya no consigo que todo me resbale como ha hecho siempre.

jueves, 24 de octubre de 2013

Las cosas se rompen, los corazones también

Todos hemos roto algún plato o algún vaso alguna vez; los que son como yo y tienen manos de mantequilla habrán roto vajillas enteras. Probablemente, habrá más de uno que tenga el cupo de mala suerte repleto a varias vidas por los espejos hechos esquirlas.

Eso sí, todos sabemos que la mayor parte de esos daños (si no son demasiado graves) pueden repararse. Podemos utilizar diversos artefactos para reunir los pedazos, aunque una cosa es segura; nunca quedarán como antes, nunca volverán a estar como nuevos. Siempre quedará esa línea discontinua por donde los pedazos se separaron. Pasa lo mismo con los corazones, sólo que con éstos es peor.

Siendo muy pequeña, mi padre me contó una historia sobre un niño, una caja de clavos, su frustración y la puerta de su habitación. En resumidas cuentas, el niño debía clavar uno de los objetos en la puerta cada vez que se sintiese enfadado y con ganas de gritar; así lo hizo y la puerta acabó llena de las puntillas que antes había dentro de la caja. Cuando el infante empezó a controlar su ira, comenzó a quitar los clavos. El día que los quitó todos, fue orgulloso a su padre y le mostró la agujereada puerta. He aquí a lo que pretendía hacer referencia. Esa puerta, por mucho que le sacasen los clavos, jamás volvería a estar completa. Siempre hallarías en ella los finos agujeros que dejaron los artefactos de metal.

Los corazones y los objetos pueden pseudorepararse, pero las heridas —por muy pequeñas que sean— siempre dejan marca. A veces, esas marcas dejan huellas; huellas tan profundas que marcan el resto de la vida.

¿Cómo se vuelve a confiar en las personas cuando son ellas las que te han destrozado; las que te han hecho pedazos? ¿Cómo se vuelve a confiar en las personas cuando han roto lo más irreparable del mundo? ¿Cómo se confía en las personas cuando te han roto el corazón?

lunes, 30 de septiembre de 2013

A little girl in a big-big world

Un pequeño complejo en lo referente a la altura, nunca llegaba al nivel necesario para lo que necesitaba. Todo se le quedaba grande. No podía montar en las atracciones de la feria, no alcanzaba las estanterías más altas para buscar los mejores libros, no era capaz de conseguir nada por sí misma cuando estaba un par de cabezas por encima de ella.

Siempre odió su cuerpo desproporcionadamente bajito. Siempre odió ser la más pequeña de la clase, aquella a la que siempre despeinaban y trataban de proteger... ¿es qué nadie sabía qué por muy pequeña que pudiese ser, no era frágil? 

Un día cualquiera, creció. 

Ese día, descubrió que haber sido bajita durante casi la mayor parte de su vida la había hecho una persona valiente. Había descubierto que nunca fue razón para sentirse acomplejada. De hecho, había descubierto quienes eran las personas que la querían de verdad y que no la habrían cambiado por nada. Esas personas la ayudaban a llegar a las estanterías, se agachaban cuando querían abrazarla y le enseñaron a ser fuerte, a no ser nunca una víctima de nadie. 

Y así fue como una chica que siempre se sintió menuda e indefensa, se hizo mucho más grande que la mitad de las personas que la rodeaban. Ya nadie podía con ella. No importaba la altura o el peso. Era una gran chica para un gran mundo. No obstante, eso no era gran cosa para el resto de la población, aunque sí lo era para ella.

martes, 24 de septiembre de 2013

Inside of me

Something is wrong with me.
Estoy rota, hecha pedazos, astillas, fragmentos, esquirlas, como prefiráis llamarlo. Un espejo sin reflejo, una televisión apagada, un disco que ya no suena. Lo peor de todo es que no sé la razón de por qué me encuentro así. 

No sé cuál es la razón para esta apatía de vivir.

No soy yo misma, o eso espero. No me gusta sentir que no controlo lo que pasa alrededor de mí, que estoy vacía. Que no soy nada que alguien echaría de menos. Necesito vacaciones, un descanso de esos sentimientos. Busco emociones allá dónde antes nunca nada me interesó. Y lo peor de todo es que no sé la razón.

Sé que necesito ayuda, pero ¿para qué cargar a otros problemas que son sólo míos? ¿Cómo voy a vaciar mis problemas en otros si no sé ni por qué están ahí? Además, no podría ser tan egoísta. Todo el mundo tiene problemas, no puedo obligarles a llevar un peso que no es suyo.

Ahora mismo he suspirado, lo necesitaba. No me entiendo. Me gustaría entenderme. Sí, deseo entenderme más que cualquier otra cosa en el mundo. Deseo saber por qué me despierto llorando a las 4:36 de la mañana, deseo saber por qué no soy capaz de sincerarme completamente con nadie, deseo saber por qué me siento tan «personaje secundario» en la historia de mi propia vida. 

No hay nada en el mundo que esté hecho para mí y lo peor de todo es que no sé la razón. No sé la razón por la cual cuando hago míos los problemas de otros sé darles solución y sentido, aunque ellos no tengan ni idea. No sé la razón por la cual me aburro de todo lo que me rodea. No sé la razón por la que siempre acabo diciendo o haciendo cosas que dañan a las personas importantes de mi vida. 

Quizás, a pesar de todo, no soy un animal social... quizás he nacido para estar al margen, para ser la figura de paso que cambia, arregla y ayuda a los demás en sus propias vidas. No tengo historia, sólo soy un cúmulo de sentimientos contradictorios y ambiguos que se rompen pensando que nadie la echará de menos, que soy una de esas personas invisibles. 
Es curioso ser invisible cuando siempre he querido ser iridiscente.

Nada de lo que he escrito en esta entrada tiene un sentido u orden, son sólo pensamientos que necesitaba desahogar. Son bolas de humo de las que necesitaba desprenderme durante unas horas, minutos, segundos; el tiempo que he tardado en escribirla desde mi HP con Boys like Girls de fondo. 
Quién sabe, quizás esta noche no me despierto hecha un mar de lágrimas sólo por haber volcado todo ésto aquí.

sábado, 20 de abril de 2013

Ser un mueble del IKEA, no parece mala idea

Ser un mueble.
Sin sentimientos, con manual de instrucciones.
A veces, preferiría ser como los muebles del IKEA: sin sentimientos, sólo un objeto que lleva consigo un pequeño manual de instrucciones en varios idiomas. Un manual de instrucciones para comprobar el montaje y el funcionamiento, para comprobar si todo en mí funciona como debería hacerlo.
Pero no soy un mueble ni mucho menos porto un manual de instrucciones que me indique como vivir mi vida, a pesar de que eso estaría muy bien.
Eso sí, supongo que gracias a eso, he aprendido que la vida consiste en una fase tras otra de ensayo y error. Nunca darás a la primera con la respuesta, a veces ni siquiera formularás en condiciones la pregunta. También he aprendido que con cada cicatriz que me deja la vida, soy menos frágil, aunque también soy menos inocente, más fría, más dura.
Antes, solía pensar que el mundo te da lo que confieres, lo que mereces. Luego, descubrí que el mundo no te entrega nada, que te lo tienes que buscar tu sola, que no importa como de buena persona seas o como te la hayas jugado por alguien. Al final, sólo estarás tú contra el mundo. 
Al final, sólo estarás tú en la infinidad del universo tratando de vivir frente a las expectativas de tus padres, amigos y demás familiares. Al final, sólo estarás tú tratando de encajar en un mundo cuya moneda de cambio son la conveniencia y un frío metal. Al final, sólo estarás tú convertido en flan, temblando ante cada nueva experiencia. Al final, sólo estarás tú tratando de ser especial, pero sin destacar demasiado. Al final, sólo estarás tú. SOLO. 
O quizás, no.
Quizás ser un mueble del IKEA no sea tan malo, ya que la esencia del mueble no la constituye una sola cosa sino un conjunto de ellas. Quizás no estés solo. Quizás algunas piezas se queden en nuestra vida porque son diferentes al resto. Quizás, al final, encontremos nuestra estrella polar.
Pero, ¿quién lo sabe?
…sólo tú.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Antes de ti, están los demás

Antes de ti, están los demás.
Conocerás el altruismo más sincero. La envidia o la codicia sólo serán recuerdos lejanos. Serás libre para ayudar a los demás sin esperar su agradecimiento. Es la descripción que Veronica Roth utiliza para la facción abnegación. Hoy, he llegado a la conclusión de que quizás en el apocalíptico mundo creado por esta autora mi facción sería una de las más complicadas de elegir. 
Soy altruista o quizás demasiado empática, no puedo ver a una persona pasándolo mal y no hacer nada. No soy capaz de soportar el hecho de ver u oír a una persona llorar, ese simple gesto hace que me rompa por dentro. No soy capaz de quedarme quieta ante una injusticia. No puedo. Sinceramente, no puedo. 
No importa el daño que hayan podido hacerme a mí o, el hecho de que esa persona que está sufriendo sea un auténtico desconocido. Dejar sufrir a una persona va contra todo lo que soy. 
Dicen que esa es la expresión más pura de la abnegación: anteponer a los demás por encima de ti mismo, aunque eso suponga que tú no puedas ser plenamente feliz, aunque eso suponga que no puedes llegar a tu meta. 
Aun así, voy más allá. 
Soy egoísta y lo reconozco, también quiero que alguien se preocupe por mí cuando estoy mal. También quiero que alguien me dedique palabras de consuelo. También quiero poder contemplar mi imagen y sentir que valgo mucho. También quiero poder demostrar quién soy. También quiero ser feliz. 
Así pues, a pesar de lo que dicen las personas que me envuelven no creo que sea mejor, más buena o más especial que cualquier otra por querer que todos estén un poco más felices... no sé, sólo pretendo ser yo misma a pesar de las circunstancias, supongo.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Dicen que de los errores se aprende

¿Sabéis esa sensación de que no encajas en ningún lugar? ¿De que el mundo se te queda grande? ¿De que estés o no, nadie notará tu presencia?

Hay momentos a lo largo de la vida en los que nada parece tener sentido, en los que las cosas pasan sin razón aparente, en los que te sientes como una sombra de lo que eras, en los que las personas que considerabas amigos no están cuando los necesitas. Hay momentos en la vida en los que sientes que no puedes más, que la próxima caída será la definitiva.

Y de repente, ocurre.
Alguien llega a ti y te enseña algo que antes no eras capaz de ver. Te muestra que vales mucho; que tú eres increíble por ser quién eres, no por quienes los demás quieren que seas; que no eres un objeto ni un paño de lágrimas para los demás… A veces, una sola persona es capaz de cambiar el curso de toda una vida, es capaz de darle la vuelta al mundo para hacerte sonreír, es capaz de demostrarte con una sola palabra que no estás sola y que nunca más estarás sola mientras le tengas.

Y entonces aparece la pregunta ¿a quién tenemos que buscar? ¿Dónde está esa persona especial? Sinceramente, nadie lo sabe. Aparecerá llegado el momento o al menos eso dicen.

Sin embargo, hasta entonces te equivocarás, te tropezarás y te caerás mil veces, pero debes levantarte y luchar mil y una. Así pues dejar que las opiniones de los demás te hundan no es una opción, dejar que las opiniones de los demás te influyan y te hagan cambiar no es una opción, tratar de ser otra persona para gustar a los demás NO ES UNA OPCIÓN.

Hasta que las personas apropiadas lleguen, el único que estará siempre a tu lado eres tú mismo. Tu vida es tuya. Ríe, llora, sueña, disfruta, cambia, pero ante todo VIVE.

Te mereces ser feliz.

martes, 26 de junio de 2012

La pieza del puzzle que nunca encaja


La pieza del puzzle que nunca encaja.
El ser humano es un ser social. Su vida está basada en la necesidad del contacto físico y emocional para con las personas que le rodean, que le influyen, que le necesitan y responden cuando son necesitadas. Así pues, la peor sensación del mundo descansa en la situación que tiene uno con las personas que más ama.
Desde que era pequeña, supongo que siguiendo el mensaje anterior, me han dicho que yo era la protagonista de mi historia, que siempre encontraría un grupo de personas con las que ser yo misma y sentirme en armonía, un grupo de personas que me necesitarían y me extrañarían cuando yo no estuviera cerca... hoy en día, aún me pregunto ¿dónde están esas personas? ¿Por qué siento que no encajo en ninguna parte? ¿Por qué me siento tan sola rodeada de tanta gente que dice que “me quiere”, que “me necesita”?
Es duro sentir que estás fuera de lugar, que eres el personaje de relleno en la historia de tu propia vida, la pieza del puzzle que nunca termina de formar parte del total. Sentir que hagas lo que hagas nada sale bien, que nada va a salir bien; que hagas lo que hagas nunca es suficiente porque siempre piden más. Sentir que a pesar de todo, siempre has estado sola... que aquellas personas que han pasado por tu vida sólo estaban cuando te necesitaban.
Supongo que no soy la única que siente que no tiene un papel importante ni en su propia vida ni en la vida de nadie y esa es peor tortura que cualquier ser humano puede esperar. Peor que cualquier daño físico que se le pueda infligir, daño físico que, en ocasiones, yo misma preferiría.
Soy fuerte, siempre he sido fuerte. Y desinteresada, casi todo lo que hago es para hacer sentir bien a los que me rodean pues culpo al egoísmo de la situación actual del mundo. Esas son mis mayores virtudes y mis mayores defectos.
¿A caso es ser egoísta desear que, de vez en cuando, alguien te pregunte y te insista en lo que te pasa? ¿Es ser egoísta tener la necesidad de un abrazo? ¿Es ser egoísta querer ser, de vez en cuando, el centro del mundo? ¿Lo es? Quizás, quizás no soy lo suficientemente desinteresada, quizás después de tanto tiempo intentando estar ahí para los demás necesito que alguien esté ahí para mí. Quizás, necesito que por una vez sea otra persona la que cargue con mis problemas, la que me aconseje, la que me diga que pase lo que pase me apoyará, la que esté a mi lado soportando mi llanto. Un llanto que tantas veces me he tragado yo sola.
Parece ser que todos necesitamos ser egoístas para poder ser felices.

jueves, 23 de febrero de 2012

Devorar o ser devorado, esa es la cuestión.

"¡Devora antes de que te devoren!" Se dice en estos tiempos en los rincones de las ciudades, pero... ¿a qué se refieren? Podríamos decir que esa expresión es como decir haz lo que sea por alcanzar tu sueño, pisotea a quién necesites sin importan quién sea.

Ahora bien, la principal pregunta es ¿está bien actuar de esta forma? ¿debemos seguir lo que dicen las lenguas populares? O por el contrario, ¿podemos rebelarnos y alcanzar esa anhelada estrella sin sentirnos mal por ello?

Siendo subjetivos y dejándome guiar por mi opinión, demasiado ilusa a veces, la mayoría optaría por la segunda alternativa  pues a nadie debe agradarle tener remordimientos de conciencia ¿o sí?. Sin embargo, la realidad es otra, y esa infantil quimera desaparece tras un brillante espejo que refleja y deja traspasar el sueño de una utopía. La realidad nos obliga a chocar contra el muro, nos obliga a tener que vivir en medio de una competición en la que jugar sucio es la única opción para sobrevivir... una competición en la que el sudor, las lágrimas y la sangre originan el más fúnebre pozo de esperanzas que alguien hizo añicos como si fuesen un frágil espejo, una competición en el que no quiere empujar acaba siendo golpeado con ferocidad.

Imaginemos pues a la pequeña Alicia en su país de las maravillas, imaginemos pues a la Reina en su trono, en su castillo de naipes. La Reina, para vencer a la pequeña niña utilizó el método de pasar sobre ella. Alicia, por su parte, tuvo que huir para ni comer ni ser comida.

Hoy en día, en cualquier parte son miles las personas que pelean por mantenerse a flote, miles los que zarandean la barca para subirse a ella sin pensar en los que acabarán cayéndose al agua.

¿El objetivo de tanta mentira, el objetivo de tanta zancadilla? Lograr llegar antes a ese pequeño castillo que tiembla en el aire, alcanzar sin temor a llorar después el fulgor de la llama de la vida, arrebatar con una mano cualquier esperanza a los que prefieren no morder, no atacar, no mentir, no embaucar.

Retomando las primeras preguntas, no es que debamos o no debamos; la respuesta está en que queramos o no queramos hacerlo, y aunque en este mundo el hombre es un lobo para el mundo, Lewis Carroll escribió una vez "siempre se llegará a alguna parte, siempre que camines lo suficiente" ¿somos capaces de caminar sin atajos? ¿somos capaces de lograr nuestras metas sin lágrimas de otros?

La respuesta depende de la persona, quizás como el joven Dorian Gray la elección es firmar tu propia sentencia, quizás como la pequeña Alicia la elección es huir antes de que te corten la cabeza, quizás como aquellas jóvenes princesas de los cuentos de hadas la elección es luchar para conseguir que todos tengan su final feliz.

En definitiva, "devorar o ser devorado, esa es la cuestión" habría dicho un moderno Hamlet. Pero la elección también tiene un punto medio. El punto en el que el horizonte y el mar se fusionan, el punto en el que la tierra acaricia el cielo, el punto en el que el lobo se une al rebaño volviéndose vegetariano y parte de la manada.

Llamadme ilusa, pero para mí existe un punto en el que podemos sobrevivir sin devorar a los que nos rodean.

viernes, 13 de enero de 2012

Once upon a dream...

Esos sueños que vas encerrando en una botella.
Esos que algún día esperas poder cumplir.
"La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante" dijo una vez Paulo Coelho, pero ¿a qué sueño se refería? ¿Qué soñamos? ¿Por qué debemos soñar para vivir la vida?.

Según se ha ido diciendo a lo largo del tiempo un sueño es ficción, ilusión, enajenación, un brillante retazo de la irreal realidad; dicen que es el alivio de los miserables, el recuerdo de una maravilla, la llama que alienta la vida; dicen que es la creación de un visionario, de un ilusionista.

Ahora bien, todo tiene sus contras y los sueños no son una excepción. 
Y el problema está en aquel soñador que sueña sin querer alcanzar su meta, el problema está en aquel soñador que sueña y no quiere despertar, el problema está en aquel soñador que, de repente, choca con la realidad.

En el primero de los casos, es como si Alicia hubiese soñado cientos y cientos de veces con el país de las maravillas, pero a la hora de la verdad, en el momento en el que el conejo blanco apareció, ella se hubiese quedado sentada dejándolo pasar; seguiría presa de la reina de corazones, de su baraja de naipes y de las agujas de un reloj que no se mueven. Sin embargo, entró en la madriguera, alcanzó el jardín y se enfrentó a la malvada reina para conservar su cabeza.

En el caso del extraño soñador que vive maravillado en un sueño, en un deseo y no quiere despertar debe hacerlo. Aunque nuestra mente habite en el recóndito país que hay detrás del espejo, la huella de la imaginación nunca debe superar al fuego de la realidad, la sensación de calor de un sueño no debe ser la misma que la que transmita el mundo en el que, a pesar de todo, vivimos. Gustave Flaubert dijo una vez "ten cuidado con tus sueños, pues son aún peor que las sirenas. Cuando los sigues ya no hay retorno", por esto mismo tras el sueño debemos obligarnos a despertar si la meta es inalcanzable.

¿Y qué pasa con esa meta inalcanzable? ¿Qué pasa con ese soñador que de golpe choca con la realidad, con un muro imposible de traspasar? En ocasiones, es mejor crear un nueva meta, pues no siempre podemos alcanzar la estrella deseada y el golpe es tan fuerte que podemos quedar atrapados en una ilusión fúnebre y terrible en nuestra propia mente. La sociedad perdona al criminal, pero nunca perdona al soñador.

En definitiva, un sueño es como un castillo en el aire, como un incierto futuro, tú das un paso, él se aleja dos. Sin embargo podemos llegar hasta él, siempre y cuando se ande lo suficiente y es que, sino quieres ser un mal soñador tienes que caminar dos veces más rápido de lo que caminas normalmente para poder alcanzar ese celestial castillo y construir bajo él cimientos que perduren para que no se derrumbe.
Ahora, cierra los ojos, abre tu mente y sueña.

domingo, 19 de junio de 2011

Esas ganas locas

FUCK THIS SHIT!.
¿Has sentido alguna vez...

esas ganas locas de viajar al pasado para arreglar un gran estropicio? ¿Esas ganas locas de abrir la ventana y gritar con todas tus fuerzas "FUCK IT/FUCK OFF"? ¿Esas ganas locas de lanzarte desde un sitio elevado y dejar que la suerte sea quien decida el destino? ¿Esas ganas locas de aparcar tu vida y darle las llaves a otro para que la conduzca? ¿Esas ganas locas de tirarlo todo por la borda? ¿Esas ganas locas de dormir para no despertar más?

Yo sí.


jueves, 9 de junio de 2011

I've learned

I learned that it’s taking me a long time
 to become the person I want to be.
×He aprendido que tardas años en construir la confianza y sólo unos pocos segundos en destruirla.
×He aprendido que no importa cuánto te importa alguien, algunas personas simplemente no corresponden a ese cariño.
×He aprendido que nunca se debe arruinar una disculpa con una excusa.
×He aprendido que cuando alguien dice "Déjame solo/a" sólo significa "No quiero que me veas llorar".
×He aprendido que puedes quedarte sin lágrimas.
×He aprendido que la distancia hace daño.
×He aprendido que puedes hacer algo en un sólo instante que te deparará dolor para el resto de tu vida.
×He aprendido que la vida no te lo entrega todo hecho.
×He aprendido que no importa cuán bueno sea un amigo, también él te hará sufrir y deberás perdonarlo por ello.
×He aprendido que no puedes hacer que alguien te ame, como mucho, puedes hacer que alguien sea amado.
×He aprendido que los nervios pueden hacerte llorar.
×He aprendido que ser la persona que anhelo ser, es mucho más difícil de lo que una vez pensé.
×He aprendido que la felicidad es pasajera.

El futuro, ese mañana incierto

El futuro, ese destino que nos aguarda al final de la tempestad
al igual que en las grandes historias.
Desde pequeños nos han preguntado ¿Y tú qué quieres ser de mayor? Y nosotros respondíamos profesiones como: astronauta, presidente, princesa, escritor/a o pirata; más tarde empezamos con las respuestas algo más coherentes como por ejemplo: profesor/a, veterinaria/o, o encargado/a de una tienda de dulces. 

Ahora... ahora a las puertas de la prueba de acceso a la universidad mi mente no sabe que pensar. La respuesta a que quiero estudiar la tengo realmente clara, voy a hacer aquello para lo que quiero vivir, pero el problema se encuentra en la cuestión ¿Qué quiero ser?. 
No, no me refiero a que quiero hacer, sino lo que quiero ser. Me gustaría ser una persona capaz de arreglarlo todo, me gustaría ser una persona con humanidad, con sueños que cumplir, con metas que alcanzar; me gustaría ser una persona humilde, amable; me gustaría ser una persona capaz de mejorar el mundo, de hacer reír a los que me rodean, de hacer que sueñen. 

Tengo que admitir que los nervios, la angustia, los "¿qué pasarán?", los "¿lo conseguiré?", me están volviendo loca y es que, a pesar de todo, tengo miedo de que mis expectativas para el futuro no se cumplan o no sean como lo esperaba, tengo miedo de tropezar con la realidad, de darme cuenta de que he estado corriendo tras un sueño imposible, de llorar por nada, de que todo por lo que he luchado... por lo que hemos luchado sea en vano. 

Son muchos años luchando por lograr un hueco en el mundo, muchos años zarandeando una barca que estaba apunto de hundirse, construyendo castillos de cristal junto a las nubes; muchos años compartidos entre compañeros, padres, profesores y amigos; muchos años de nuevas esperanzas y de deseos que tenían que ser enterrados... años de llantos y de lágrimas, pero también de risas y metas alcanzadas que ahora, al final del primer camino desembocan en otros destinos que parecen aún más incierto que el largo camino que ya hemos recorrido.

El futuro, ese anhelo que queda grabado en el regalo que es el presente y que pronto se convertirá en el pasado, ese camino que creamos poco a poco y que nos puede llevar a miles de sitios desconocidos, a cada cual más peligroso y con más cuestiones que sortear, esa batalla que jamás nadie ganará pero que merece la pena luchar, ese destino que nos aguarda al final de la tempestad al igual que en las grandes historias, esas que realmente importan y de las cuales no quieres saber el final porque piensas ¿cómo pueden acabar bien?, pero al final todo es pasajero y las penas se vuelven alegrías, los nervios calman la tormenta de sentimientos, los miedos desaparecen. El futuro, ese mañana incierto por el que nunca debemos rendirnos, pues al fin y al cabo los que elegimos el final de esta historia... somos nosotros.

sábado, 23 de abril de 2011

Llueve

Llueve. 

Miro por la ventana, las gotas de lluvia acaparan toda mi atención, se deslizan sinuosamente sobre la fría superficie. Los libros en los que debería estar inmersa ya no me parecen tan interesantes como antes. Malditas gotas. Maldita ventana. Maldita lluvia. 

¿Por qué eres tan ruidosa? ¿Por qué tenías que golpear mi ventana? ¿Por qué no podías dejarme estudiar? ¿Por qué…? ¿Por qué viniste a mí? 

Debería seguir estudiando, debería estar tratando de mejorar, quizás también de madurar. 

Sin embargo, mi mente se dedica a vagar entre las maravillosas imágenes que crean esas gotas de agua, entre esas pequeñas carreras que disputan entre sí. Pequeña y estúpida eso es lo que soy. Pequeña y estúpida quizás lo único a lo que puedo aspirar. 

Malditas gotas, maldita ventana, maldita lluvia, maldita nostalgia.

martes, 19 de abril de 2011

Odio...

El aburrimiento, un vínculo humano terrible que hace crear listas de cosas que ni siquiera imaginas. ¿Por ejemplo? Una lista de las cosas que te gustan, una lista de las cosas que odias, una lista de las cosas que necesitarías hacer antes de morir, una lista de todo aquello que pueda pasar por una mente insana

Odio tantas cosas... que no sabría
ni por donde empezar.
Odio fingir que estoy bien cuando me rompo por dentro.
Odio preocupar a la gente que quiero, hacerles daño.
Odio llorar cuando sé que alguien puede verme.
Odio ser mujer una semana al mes.
Odio comprar chocolate y que se me acabe enseguida.
Odio no poder ver las estrellas por culpa de las luces de la ciudad.
Odio no saber dibujar.
Odio no tener tiempo libre.
Odio no llevar la razón.
Odio no poder recuperar el tiempo perdido.
Odio no conseguir lo que me propongo.
Odio no saber qué decir.
Odio que me pregunten si estoy con la regla porque estoy de mal humor.
Odio que la hagan llorar.
Odio que maltraten a los indefensos.
Odio que rompan las promesas.
Odio que me despierten en mitad de un sueño, aunque sea una pesadilla.
Odio que me miren como si fuese comestible.
Odio que me miren por encima del hombro.
Odio que me psicoanalicen.
Odio que haya ojos que no pueden mirar al sol.
Odio que me digan “Lo siento” cuando esa persona no tiene la culpa de nada.
Odio que mis padres me miren como si les hubiese decepcionado.
Odio que mi hermano me grite o me regañe porque cometa sus errores.
Odio que me comparen.
Odio que las cosas no salgan como a mí me gusta.
Odio la falsedad, la hipocresía, a veces al mundo en general.
Odio esa sensación de que algo malo va a pasar.
Odio la distancia que nos separa cada día.
Odio lo rápido que se resquebrajan algunas relaciones.
Odio las miradas que se pierden porque nadie las responde.
Odio las sonrisas que se olvidan.
Odio las despedidas.
Odio mil cosas que pasan por mi mente.
Odio a veces quedarme totalmente blanco.
Odio sentirme frágil, inocente, diminuta…

Me gusta.

Idea original del blog de: http://nearly-witches.blogspot.com/

Me gusta sentirme libre, poderosa y fuerte.
Me gusta nadar en el océano, pasear por la playa cuando anochece.
Me gusta hundir mis pies en la arena, escuchar el sonido de las olas al romper.
Me gusta sentir el calor del Sol abrazando mi cuerpo.
Me gusta sentir la lluvia acariciando mi piel, mojando mi pelo, cubriendo mis lágrimas.
Me gusta cantar cuando sé que nadie puede oírme.
Me gusta dormir hasta la hora de comer.
Me gusta que mi madre me despierte con palabras bonitas antes de que suene el despertador cuando tengo que ir a clase.
Me gusta fingir que toco la guitarra.
Me gusta despertar a su lado, oír un “te quiero” somnoliento cuando entreabre los ojos.
Me gusta sentarme en cualquier parte y observar a la gente pasar.
Me gusta que mi hermano se preocupe por mí, y mire con tono amenazador a todo el que se acerca a mí.
Me gusta caminar por el puente de Triana y leer los candados entrelazados a él.
Me gusta caminar sin tener rumbo fijo.
Me gusta hablar horas y horas por teléfono, sin tener un tema concreto.
Me gusta poder escuchar el acento gallego.
Me gusta hablar inglés sin tener un extenso vocabulario.
Me gusta mirar las estrellas, el horizonte, perder la mirada en el enorme universo.
Me gusta mirar a la Luna y fingir que puedo encerrarla en un puño.
Me gusta leer cuentos infantiles.
Me gusta mirar series que veía cuando era pequeña.
Me gusta llevarme hasta tarde con un libro entre las manos, mirar el reloj y comprobar que no tengo sueño porque quiero terminarlo.
Me gusta reír hasta llorar.
Me gusta cantar y gritar hasta quedarme sin voz.
Me gusta tatarear canciones en medio de una biblioteca cuando me concentro.
Me gusta montarme en el coche y bajar la ventanilla para sentir el viento despeinando mi cabello.
Me gusta que me hagan sonrojar.
Me gusta que mi corazón lata desbocado.
Me gusta que los que los que me rodean me cuenten sus problemas.
Me gusta que me pidan mi opinión.
Me gusta empezar un cuaderno nuevo.
Me gusta escuchar el sonido de la lluvia golpear mi ventana.
Me gusta quedarme a oscuras, tirada sobre la cama mientras la tormenta arrecia.
Me gusta sentirme libre, poderosa y fuerte.
Me gusta soñar, vivir, discutir, hablar, reír, escuchar, leer, bailar, cantar…

lunes, 11 de abril de 2011

Soñar, imaginar, fantasear, colorear...

Leemos decenas de libros, miramos cientos de películas, escuchamos miles de historias con tramas y personajes distintos. Algunas nos fascinan, nos absorben y, en ocasiones, nos enamoran; otras, simplemente se unen al montón que jamás volveremos a evocar, y entonces, surge esa pregunta, ¿cómo lo consiguen? ¿Cómo crean entes tan maravillosos o entrañables que pasan de generación en generación? ¿Cómo construyen escenarios y paisajes tan fabulosos? ¿Cómo…?

Primero: soñar, imaginar, sentir, emocionar, fantasear, idear, esbozar, investigar… luego, cuando tu mente está llena de retazos e ideas, de sueños y pequeñas piezas, unirlas para que encajen y se ajusten es bastante más sencillo.

Otra pregunta que debemos responder antes es ¿por dónde empezar a encajar? ¿en qué basarnos para investigar? ¿qué hacer? O mejor dicho, ¿cómo hacerlo de la misma forma que esos que consiguen fascinarnos? La respuesta está en la pluma del que construye, en el corazón del que se aventura en el infinito, en un mundo que no tiene límites, es decir, en cada escritor, en cada guionista, en cada persona se encuentra la llave para abrir ese mágico portal a la imaginación.
En cuanto a la investigación, en muchas ocasiones, los protagonistas de esas historias son descripciones de personas reales, personas cercanas al autor en cuestión. ¿Por ejemplo? Muy fácil, la pequeña Alicia de Lewis Carroll o Christopher Robin de la famosa historia de Winnie the Pooh. También hay que tener en cuenta los escenarios, es decir, si serán lugares reales o si serán lugares nacidos al completo de esa poderosa arma que surge del corazón convirtiéndolo en un mundo mejor. En el primero de los casos, es aconsejable informarse, estudiar totalmente edificios, calles y bares. Por el contrario, si es un mundo fantástico, el juego de colores, sensaciones y olores tienen que tratar de ser lo más reales posibles para transmitir ese efecto al lector, al observador, al oyente.

A parte de la trama, los personajes son una de las bases del trabajo, en ocasiones incluso más importantes. ¿Por qué? Podemos preguntarnos, quizás la respuesta sea porque son ellos los que van a vivir la historia por nosotros, quizás porque son ellos los que van a crecerse en la adversidad, quizás porque son ellos los que volarán libres como aves rapaces, quizás porque serán ellos los que se enamorarán, los que llorarán, los que gritarán, los que al fin y al cabo, nos transmitirán todos esos sentimientos, esas ilusiones, esos sueños, esas emociones. Ellos serán esas semillas que poco a poco crecerán y más tarde florecerán junto al lector, junto al espectador, junto a nosotros.

En resumen, el poder de la creación reside en el maravilloso don de la imaginación y es que, incluso Einstein dijo “La imaginación es mucho más importante que el conocimiento”. Tenía razón ya que, en el punto en el que la ciencia no puede seguir, un lápiz pinta con mil colores nuevos caminos por los que caminar y gobernar el mundo, un mundo con un horizonte distinto, un horizonte con un tinté diferente, un horizonte con una gama única que se abre paso en la imaginación.

domingo, 10 de abril de 2011

Habrá poesía...

Mientras exista un alma
enamorada... habrá poesía.
¿Qué es la poesía? Tomando conciencia de la palabra en sí, podemos decir que es un tipo de género literario que actualmente suele designar a la lírica, aunque éste sea realmente un subgénero de la poesía, y que plasma los pensamientos en materia para crear algo bello. ¿Qué es verdaderamente para nosotros? ¿Qué es lo que representa? Es un sentimiento, que desbordado por el corazón surge en forma de escrito, de canción. Es un sentimiento que nace del miedo, del amor, de los recuerdos, de los deseos, del dolor. Es un eco, que según Tagore, escritor indio, se convierte en el sonido del universo dentro del corazón humano.

Ahora bien, si es una emoción que rebosa de nosotros y llega hasta nuestros dedos ¿cuál es su intención? ¿Qué es lo que pretende? En ocasiones sólo pretende comunicar algo, mostrar esa exaltación, ese vestigio de pena o afecto. Aunque su objetivo acaba viéndose distinto a los ojos de los demás. 
Unos podemos pensar que lo que procuraba era hacernos sentir cada verso, cada palabra, cada sílaba y entonación del poema; otros que lo que anhela es mostrar algo bello, un pedazo de arte plasmado en un papel de una forma distinta, diferente; y algunos que lo que el poeta trataba de enseñarnos era la forma en la que los hechos debieron haber pasado, convirtiéndose en una queja a quemarropa, directa, aunque muchas veces oculta bajo un manto de palabras que repiten una y otra vez, una desdicha grabada en el tiempo.

Bien, llegados a este punto nos preguntamos ¿quiénes son aquellos designados para escribir poesía? Los poetas, responderéis muchos, pero a decir verdad, esta afirmación no es del todo cierta, ya que un poeta o una poetisa son aquellos que son capaz de hacer poesía de las cosas más cotidianas, que riman y juegan con la libertad del verso como quien juega un partido de tenis sin red, por eso decía Bécquer “podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía”. ¿Por qué? Porque todos en algún instante de nuestra vida hemos escrito algún fragmento sin hacer carrera de ello, todos en algún momento hemos estado o estaremos enamorados, nos hemos sentidos exaltados por el miedo, el deseo, el dolor. Hemos escrito estrofas o versos que, quizás sin rimar, son la viva expresión de este arte, ya que en ocasiones hacer versos “malos” depara más felicidad que leer los versos más hermosos. Citando de nuevo a este gran poeta llamado Bécquer aclaramos el punto aludido, “mientras haya en el mundo primavera, habrá poesía; mientras haya un misterio para el hombre, habrá poesía; mientras se llore, mientras se ría, mientras haya esperanzas y recuerdos, habrá poesía; mientras exista una mujer hermosa, un alma enamorada, habrá poesía”.

En definitiva, este arte es una expresión del alma que le da libertad como cual ave rapaz que vuela, soberano del cielo y de sí mismo. Una expresión que huye de los muros, y que anida en el corazón, en los sueños, en la piel, en el tiempo. Que arraiga en una memoria y, que al ser leída regresa al presente para más tarde volver a un pasado intemporal, a su sublime eternidad. Es, por decirlo de alguna manera una enorme ventana, que se abre para todos y que a veces puede presentar vecinos que dentro de cincuenta años escucharán el eco de una voz que les exprese sus penas, pasiones y quejas.