Paranoyas célebres.

jueves, 24 de octubre de 2013

Las cosas se rompen, los corazones también

Todos hemos roto algún plato o algún vaso alguna vez; los que son como yo y tienen manos de mantequilla habrán roto vajillas enteras. Probablemente, habrá más de uno que tenga el cupo de mala suerte repleto a varias vidas por los espejos hechos esquirlas.

Eso sí, todos sabemos que la mayor parte de esos daños (si no son demasiado graves) pueden repararse. Podemos utilizar diversos artefactos para reunir los pedazos, aunque una cosa es segura; nunca quedarán como antes, nunca volverán a estar como nuevos. Siempre quedará esa línea discontinua por donde los pedazos se separaron. Pasa lo mismo con los corazones, sólo que con éstos es peor.

Siendo muy pequeña, mi padre me contó una historia sobre un niño, una caja de clavos, su frustración y la puerta de su habitación. En resumidas cuentas, el niño debía clavar uno de los objetos en la puerta cada vez que se sintiese enfadado y con ganas de gritar; así lo hizo y la puerta acabó llena de las puntillas que antes había dentro de la caja. Cuando el infante empezó a controlar su ira, comenzó a quitar los clavos. El día que los quitó todos, fue orgulloso a su padre y le mostró la agujereada puerta. He aquí a lo que pretendía hacer referencia. Esa puerta, por mucho que le sacasen los clavos, jamás volvería a estar completa. Siempre hallarías en ella los finos agujeros que dejaron los artefactos de metal.

Los corazones y los objetos pueden pseudorepararse, pero las heridas —por muy pequeñas que sean— siempre dejan marca. A veces, esas marcas dejan huellas; huellas tan profundas que marcan el resto de la vida.

¿Cómo se vuelve a confiar en las personas cuando son ellas las que te han destrozado; las que te han hecho pedazos? ¿Cómo se vuelve a confiar en las personas cuando han roto lo más irreparable del mundo? ¿Cómo se confía en las personas cuando te han roto el corazón?

sábado, 19 de octubre de 2013

The Star Crossed Lovers


Hay amantes que han nacido bajo el signo de la fatalidad. Amantes destinados a quererse para siempre, pero a no estar juntos nunca. Amantes que al estar unidos pueden llegar a desencadenar una serie de trágicos y desafortunados accidentes. Amantes que se comprenden de una forma que supera el poder del magnetismo de un imán, pero que también superan la fuerza con la que ambos polos se repelen. 

Amantes trágicos como Romeo y Julieta.

viernes, 4 de octubre de 2013

Un día azul


«¿Qué le ocurre a esa chica? ¿Por qué va siempre con esa expresión en el rostro?» Era lo que a menudo se preguntaban los que la contemplaban caminar con aire decidido.

Melena al viento, ojos fijos en sus pies que alzaba de vez en cuando y una sonrisa que habría enamorado hasta al corazón más helado. Era un alma cándida, llena de dulzura y amor por los demás. No obstante, ella nunca fue capaz de verlo al mirarse al espejo. Sólo veía un reflejo roto y que el tiempo había hecho jirones. No tenía opción ninguna para verse como la veían los demás, nunca había visto la preciosa sonrisa o los brillantes ojos verdes. Nunca había admirado su increíble melena negra ni su figura curvilínea. A sus ojos no era lo suficientemente buena para nada, la historia que la acompañaba la había desvalijado años atrás. Aun así, no dejaba que la tristeza inundase su rostro o que los demás apreciasen lo rota que estaba. 

Era un día cualquiera. 
Un día azul. Le gustaba pasear en los días azules porque hacia frío, pero el sol siempre alumbraba sus pasos por lo que realmente no lo sentía. Era una de las mejores sensaciones del mundo. Llevaba el volumen de la música lo suficientemente alto como para no escuchar los comentarios de las personas que la rodeaban, pero sonreía a todos y cada uno de los que se cruzaban con ella. No importaba que se sintiese identificada con las canciones más tristes del mundo, su barrera emocional era tan elevada que no dejaba traspasar ni un poco de toda esa tristeza.

Contemplaba el mundo desde una ventana distinta a los demás. A pesar de sus contradictorios sentimientos, veía un mundo maravilloso lleno de sueños y esperanzas. Ojalá las personas que la rodeaban hubiesen podido verlo como ella lo hacía. Ojalá ella hubiese podido ver en aquel día azul, como el resto de las personas la miraban con admiración.