Paranoyas célebres.

jueves, 9 de junio de 2011

El futuro, ese mañana incierto

El futuro, ese destino que nos aguarda al final de la tempestad
al igual que en las grandes historias.
Desde pequeños nos han preguntado ¿Y tú qué quieres ser de mayor? Y nosotros respondíamos profesiones como: astronauta, presidente, princesa, escritor/a o pirata; más tarde empezamos con las respuestas algo más coherentes como por ejemplo: profesor/a, veterinaria/o, o encargado/a de una tienda de dulces. 

Ahora... ahora a las puertas de la prueba de acceso a la universidad mi mente no sabe que pensar. La respuesta a que quiero estudiar la tengo realmente clara, voy a hacer aquello para lo que quiero vivir, pero el problema se encuentra en la cuestión ¿Qué quiero ser?. 
No, no me refiero a que quiero hacer, sino lo que quiero ser. Me gustaría ser una persona capaz de arreglarlo todo, me gustaría ser una persona con humanidad, con sueños que cumplir, con metas que alcanzar; me gustaría ser una persona humilde, amable; me gustaría ser una persona capaz de mejorar el mundo, de hacer reír a los que me rodean, de hacer que sueñen. 

Tengo que admitir que los nervios, la angustia, los "¿qué pasarán?", los "¿lo conseguiré?", me están volviendo loca y es que, a pesar de todo, tengo miedo de que mis expectativas para el futuro no se cumplan o no sean como lo esperaba, tengo miedo de tropezar con la realidad, de darme cuenta de que he estado corriendo tras un sueño imposible, de llorar por nada, de que todo por lo que he luchado... por lo que hemos luchado sea en vano. 

Son muchos años luchando por lograr un hueco en el mundo, muchos años zarandeando una barca que estaba apunto de hundirse, construyendo castillos de cristal junto a las nubes; muchos años compartidos entre compañeros, padres, profesores y amigos; muchos años de nuevas esperanzas y de deseos que tenían que ser enterrados... años de llantos y de lágrimas, pero también de risas y metas alcanzadas que ahora, al final del primer camino desembocan en otros destinos que parecen aún más incierto que el largo camino que ya hemos recorrido.

El futuro, ese anhelo que queda grabado en el regalo que es el presente y que pronto se convertirá en el pasado, ese camino que creamos poco a poco y que nos puede llevar a miles de sitios desconocidos, a cada cual más peligroso y con más cuestiones que sortear, esa batalla que jamás nadie ganará pero que merece la pena luchar, ese destino que nos aguarda al final de la tempestad al igual que en las grandes historias, esas que realmente importan y de las cuales no quieres saber el final porque piensas ¿cómo pueden acabar bien?, pero al final todo es pasajero y las penas se vuelven alegrías, los nervios calman la tormenta de sentimientos, los miedos desaparecen. El futuro, ese mañana incierto por el que nunca debemos rendirnos, pues al fin y al cabo los que elegimos el final de esta historia... somos nosotros.

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