Paranoyas célebres.

viernes, 13 de enero de 2012

Once upon a dream...

Esos sueños que vas encerrando en una botella.
Esos que algún día esperas poder cumplir.
"La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante" dijo una vez Paulo Coelho, pero ¿a qué sueño se refería? ¿Qué soñamos? ¿Por qué debemos soñar para vivir la vida?.

Según se ha ido diciendo a lo largo del tiempo un sueño es ficción, ilusión, enajenación, un brillante retazo de la irreal realidad; dicen que es el alivio de los miserables, el recuerdo de una maravilla, la llama que alienta la vida; dicen que es la creación de un visionario, de un ilusionista.

Ahora bien, todo tiene sus contras y los sueños no son una excepción. 
Y el problema está en aquel soñador que sueña sin querer alcanzar su meta, el problema está en aquel soñador que sueña y no quiere despertar, el problema está en aquel soñador que, de repente, choca con la realidad.

En el primero de los casos, es como si Alicia hubiese soñado cientos y cientos de veces con el país de las maravillas, pero a la hora de la verdad, en el momento en el que el conejo blanco apareció, ella se hubiese quedado sentada dejándolo pasar; seguiría presa de la reina de corazones, de su baraja de naipes y de las agujas de un reloj que no se mueven. Sin embargo, entró en la madriguera, alcanzó el jardín y se enfrentó a la malvada reina para conservar su cabeza.

En el caso del extraño soñador que vive maravillado en un sueño, en un deseo y no quiere despertar debe hacerlo. Aunque nuestra mente habite en el recóndito país que hay detrás del espejo, la huella de la imaginación nunca debe superar al fuego de la realidad, la sensación de calor de un sueño no debe ser la misma que la que transmita el mundo en el que, a pesar de todo, vivimos. Gustave Flaubert dijo una vez "ten cuidado con tus sueños, pues son aún peor que las sirenas. Cuando los sigues ya no hay retorno", por esto mismo tras el sueño debemos obligarnos a despertar si la meta es inalcanzable.

¿Y qué pasa con esa meta inalcanzable? ¿Qué pasa con ese soñador que de golpe choca con la realidad, con un muro imposible de traspasar? En ocasiones, es mejor crear un nueva meta, pues no siempre podemos alcanzar la estrella deseada y el golpe es tan fuerte que podemos quedar atrapados en una ilusión fúnebre y terrible en nuestra propia mente. La sociedad perdona al criminal, pero nunca perdona al soñador.

En definitiva, un sueño es como un castillo en el aire, como un incierto futuro, tú das un paso, él se aleja dos. Sin embargo podemos llegar hasta él, siempre y cuando se ande lo suficiente y es que, sino quieres ser un mal soñador tienes que caminar dos veces más rápido de lo que caminas normalmente para poder alcanzar ese celestial castillo y construir bajo él cimientos que perduren para que no se derrumbe.
Ahora, cierra los ojos, abre tu mente y sueña.

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