Paranoyas célebres.

lunes, 22 de agosto de 2011

A forbidden desire

Él, era el único capaz de tentarla,
capaz de hacer que se replantease el lugar que debía ocupar.

Se quedó mirándolo, había algo en él de lo que seguía desconfiando pese a que no llegase a temer por su propia vida en su presencia. Quizás era la forma en la que la miraba cuando estaban solos, quizás que a veces le parecía demasiado atractivo y ese simple hecho la asustaba, quizás que no tenía forma de combatir lo que empezaba a sentir por él, quizás… Suspiró levantándose del suelo. El rubio la cogió de la mano impidiendo que se separara de él, la sujetó por la espalda. Ella lo miró. Él negó con la cabeza. Le temblaban las piernas por lo que se sentó otra vez apoyando la espalda en la pared.

De nuevo aquel pánico comenzó a recorrer hasta el último centímetro de su cuerpo.

La atravesó con la mirada cuando estuvo lo suficientemente cerca de él. La joven notó como le ardía la piel al sentir el brillo de sus ojos sobre sí misma. Abrió la boca para quejarse, pues quería alejarse de aquel muchacho antes de que perdiese la cabeza y sus emociones dejaran de obedecerla. Él se apoyó sobre ella, presionándola entre su cuerpo y la pared, tapándole la boca con una mano.

—Tranquila. —Su voz era dulce, melosa.

Un escalofrío comenzó a recorrerla al tiempo que él deslizaba los dedos de la otra mano por la pálida piel de sus muslos. El calor febril se instaló en su cuerpo ante aquel pequeño gesto. Emitió un inquieto jadeo tratando de eliminar los nervios y la presión que él ejercía sobre ella, estaba prohibido.

Ella no debía tener una relación con él, no podía. Sin embargo, lo deseaba.

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