No entiendo como una canción como Pompeii puede hacer que me sienta triste, pero oye así es. Me encuentro con tal ansiedad que apenas puedo respirar, aunque bien puede ser que no sea ansiedad. Qué voy a saber yo de como me encuentro. El mundo se me va a la mierda a medida que pasan los días. Repito que estoy bien pero ¿cómo voy a estarlo? No es fácil después de todo lo que ha pasado. Ay, soy una persona deprimente. Vamos, me veis como una persona deprimente (si es que aún queda alguien que lee una sola línea de todo lo que escribo). Lo más probable es que nadie me conozca nunca realmente, nadie a quién tenga que decirle como me siento a la cara. No me gusta llorarle a nadie ¿qué le voy a hacer?
viernes, 26 de diciembre de 2014
Believe in someone
No entiendo como una canción como Pompeii puede hacer que me sienta triste, pero oye así es. Me encuentro con tal ansiedad que apenas puedo respirar, aunque bien puede ser que no sea ansiedad. Qué voy a saber yo de como me encuentro. El mundo se me va a la mierda a medida que pasan los días. Repito que estoy bien pero ¿cómo voy a estarlo? No es fácil después de todo lo que ha pasado. Ay, soy una persona deprimente. Vamos, me veis como una persona deprimente (si es que aún queda alguien que lee una sola línea de todo lo que escribo). Lo más probable es que nadie me conozca nunca realmente, nadie a quién tenga que decirle como me siento a la cara. No me gusta llorarle a nadie ¿qué le voy a hacer?
lunes, 8 de diciembre de 2014
No need help.
Estoy teniendo una de esas noches de mierda a las que me había desacostumbrado. No porque ya no apareciesen, sino porque simplemente había aprendido a superarlas y a evitar que me doliesen. Me siento completamente estúpida, inútil. Yo que creía que me había hecho lo suficientemente fuerte para que nada ni nadie pudiese herirme y resulta que todo era una fachada. De hecho, siendo sinceros no llego a entender que me tiene tan destrozada esta noche. No sé si han sido un cúmulo de todas las cosas que llevan semanas rondándome la cabeza o si ha sido una única de todas ellas. No sé si es culpa de la propia ansiedad que me están generando con todo esto del trabajo fin de grado, de los exámenes, de las prácticas y mi investigación, de tener notas altas para conseguir lo que quiero. No sé si es el hecho de estar hiriendo a las personas que quiero sin poder hacer nada. No sé si todo es culpa de la perfección que envuelve a Ed Sheeran y sus canciones. No sé, no sé, no sé. No tengo ni idea de nada.
En fin, supongo que hoy necesitaba estallar como ya me ha pasado en otras ocasiones. Necesitaba estallar para volver a estar bien durante meses. Un día malo por treinta buenos no está nada mal. Y mira por dónde, después de todo esto ya estoy bien. Sólo me ha costado unas pocas líneas y una larga llantina. Pero lo he superado yo solita, como toda una campeona; no obstante, tengo que admitir que en ocasiones me gustaría que me resultase fácil hablar de mí y de todo lo que siento, ser capaz de decir que necesito ayuda. Me puede el orgullo.
miércoles, 11 de junio de 2014
Sólo estoy sensible, supongo
No sé que me pasa últimamente que vuelvo a tener problemas para dormir y para enfrentarme a mis problemas, cualquiera, por muy pequeño que sea. Me siento como si todo el esfuerzo que he hecho por controlarlos y afrontarlos no hubiese servido para nada, como si no hubiese estado más que fingiendo que estaba todo bien y hubiese acabado creyéndomelo todo... hasta hoy, que como era de esperar he explotado.
Tampoco sé si ha tenido algo que ver el hecho de que haya tenido en reproducción automática la danza de los cisnes de "El lago de los cisnes". O si es culpa de los exámenes finales de la universidad. No tengo ni idea de qué es lo que me pasa, pero al final ha resultado que entiendo lo que significa ser una granada porque soy una de ellas, aunque no en el sentido literal. Y tengo miedo, miedo de acabar hiriendo a las personas que quiero por el hecho de que no sé ser feliz o de que no puedo serlo. También es cierto que me da miedo no ser capaz de aguantarlo, ¿qué clase de psicóloga estoy hecha? Soy capaz de ayudar a los demás a afrontar sus problemas, pero no soy capaz de hacer lo mismo conmigo.
Tampoco sé si ha tenido algo que ver el hecho de que haya tenido en reproducción automática la danza de los cisnes de "El lago de los cisnes". O si es culpa de los exámenes finales de la universidad. No tengo ni idea de qué es lo que me pasa, pero al final ha resultado que entiendo lo que significa ser una granada porque soy una de ellas, aunque no en el sentido literal. Y tengo miedo, miedo de acabar hiriendo a las personas que quiero por el hecho de que no sé ser feliz o de que no puedo serlo. También es cierto que me da miedo no ser capaz de aguantarlo, ¿qué clase de psicóloga estoy hecha? Soy capaz de ayudar a los demás a afrontar sus problemas, pero no soy capaz de hacer lo mismo conmigo.
martes, 10 de junio de 2014
La bailarina
Le encantaba bailar, dar piruetas en sus bailarinas había sido siempre su única pasión. Había descubierto que al bailar, ella era un universo de sensaciones y pasiones. Además, había descubierto que bailando podía hacer sentir a otros, todo lo que ella sentía: todos sus sueños, sus deseos, sus tristezas y alegrías.
Cada uno de sus estereotipados giros sobre la punta de los pies, hacía que el público se estremeciese sin importar la composición que sonara; no obstante, la melodía que acompañaba sus giros sobre la plataforma era siempre la misma. Sus diminutos pies giraban constantemente al son de la danza del hada del azúcar, después de todo era la perfecta bailarina para recrearlo: piel aterciopelada, mirada soñadora y grandes ansias de volar.
Sí, quería volar. Quería mostrarse en los grandes escenarios dónde ya se habían mostrado cientos de bailarinas; quería poder realizar la danza de los cines, el vals de las flores; quería ser la Reina de las Nieves, Giselle, la Lechera; quería ser una estrella en el firmamento.
Y allí seguía, bailando sobre la misma plataforma del color de las nubes en un día de lluvia. Dejó caer la mirada sobre el suelo mientras continuaba imitando posturas de pliés y relevés. En aquel instante no bailaba, sólo descansaba sobre posturas extremadamente incómodas.
Dos ojos de color esmeralda se centraron en ella y la misma música comenzó a sonar, la joven bailarina con su tutú y su perfecto moño comenzó a realizar piruetas con los ojos cerrados ante la expectante mirada de su acompañante. Los dos minutos que duró la canción, sólo existió aquella joven que soñaba estar frente a una inmensa multitud en un reconocido teatro. Abrió los ojos y se encontró en el mismo pedestal de siempre, rodeada de bisutería y de una mano cerniéndose sobre su diminuto cuerpo.
La oscuridad y el silencio la envolvieron. Su sitio estaba en aquel joyero con la música de “El Cascanueces” y no en los grandes escenarios que tanto ansiaba.
jueves, 24 de octubre de 2013
Las cosas se rompen, los corazones también
Todos hemos roto algún plato o algún vaso alguna vez; los que son como yo y tienen manos de mantequilla habrán roto vajillas enteras. Probablemente, habrá más de uno que tenga el cupo de mala suerte repleto a varias vidas por los espejos hechos esquirlas.
Eso sí, todos sabemos que la mayor parte de esos daños (si no son demasiado graves) pueden repararse. Podemos utilizar diversos artefactos para reunir los pedazos, aunque una cosa es segura; nunca quedarán como antes, nunca volverán a estar como nuevos. Siempre quedará esa línea discontinua por donde los pedazos se separaron. Pasa lo mismo con los corazones, sólo que con éstos es peor.
Siendo muy pequeña, mi padre me contó una historia sobre un niño, una caja de clavos, su frustración y la puerta de su habitación. En resumidas cuentas, el niño debía clavar uno de los objetos en la puerta cada vez que se sintiese enfadado y con ganas de gritar; así lo hizo y la puerta acabó llena de las puntillas que antes había dentro de la caja. Cuando el infante empezó a controlar su ira, comenzó a quitar los clavos. El día que los quitó todos, fue orgulloso a su padre y le mostró la agujereada puerta. He aquí a lo que pretendía hacer referencia. Esa puerta, por mucho que le sacasen los clavos, jamás volvería a estar completa. Siempre hallarías en ella los finos agujeros que dejaron los artefactos de metal.
Los corazones y los objetos pueden pseudorepararse, pero las heridas —por muy pequeñas que sean— siempre dejan marca. A veces, esas marcas dejan huellas; huellas tan profundas que marcan el resto de la vida.
¿Cómo se vuelve a confiar en las personas cuando son ellas las que te han destrozado; las que te han hecho pedazos? ¿Cómo se vuelve a confiar en las personas cuando han roto lo más irreparable del mundo? ¿Cómo se confía en las personas cuando te han roto el corazón?
¿Cómo se vuelve a confiar en las personas cuando son ellas las que te han destrozado; las que te han hecho pedazos? ¿Cómo se vuelve a confiar en las personas cuando han roto lo más irreparable del mundo? ¿Cómo se confía en las personas cuando te han roto el corazón?
sábado, 19 de octubre de 2013
The Star Crossed Lovers
Hay amantes que han nacido bajo el signo de la fatalidad. Amantes destinados a quererse para siempre, pero a no estar juntos nunca. Amantes que al estar unidos pueden llegar a desencadenar una serie de trágicos y desafortunados accidentes. Amantes que se comprenden de una forma que supera el poder del magnetismo de un imán, pero que también superan la fuerza con la que ambos polos se repelen.
Amantes trágicos como Romeo y Julieta.
viernes, 4 de octubre de 2013
Un día azul
«¿Qué le ocurre a esa chica? ¿Por qué va siempre con esa expresión en el rostro?» Era lo que a menudo se preguntaban los que la contemplaban caminar con aire decidido.
Melena al viento, ojos fijos en sus pies que alzaba de vez en cuando y una sonrisa que habría enamorado hasta al corazón más helado. Era un alma cándida, llena de dulzura y amor por los demás. No obstante, ella nunca fue capaz de verlo al mirarse al espejo. Sólo veía un reflejo roto y que el tiempo había hecho jirones. No tenía opción ninguna para verse como la veían los demás, nunca había visto la preciosa sonrisa o los brillantes ojos verdes. Nunca había admirado su increíble melena negra ni su figura curvilínea. A sus ojos no era lo suficientemente buena para nada, la historia que la acompañaba la había desvalijado años atrás. Aun así, no dejaba que la tristeza inundase su rostro o que los demás apreciasen lo rota que estaba.
Era un día cualquiera.
Un día azul. Le gustaba pasear en los días azules porque hacia frío, pero el sol siempre alumbraba sus pasos por lo que realmente no lo sentía. Era una de las mejores sensaciones del mundo. Llevaba el volumen de la música lo suficientemente alto como para no escuchar los comentarios de las personas que la rodeaban, pero sonreía a todos y cada uno de los que se cruzaban con ella. No importaba que se sintiese identificada con las canciones más tristes del mundo, su barrera emocional era tan elevada que no dejaba traspasar ni un poco de toda esa tristeza.
Contemplaba el mundo desde una ventana distinta a los demás. A pesar de sus contradictorios sentimientos, veía un mundo maravilloso lleno de sueños y esperanzas. Ojalá las personas que la rodeaban hubiesen podido verlo como ella lo hacía. Ojalá ella hubiese podido ver en aquel día azul, como el resto de las personas la miraban con admiración.
lunes, 30 de septiembre de 2013
A little girl in a big-big world
Un pequeño complejo en lo referente a la altura, nunca llegaba al nivel necesario para lo que necesitaba. Todo se le quedaba grande. No podía montar en las atracciones de la feria, no alcanzaba las estanterías más altas para buscar los mejores libros, no era capaz de conseguir nada por sí misma cuando estaba un par de cabezas por encima de ella.
Siempre odió su cuerpo desproporcionadamente bajito. Siempre odió ser la más pequeña de la clase, aquella a la que siempre despeinaban y trataban de proteger... ¿es qué nadie sabía qué por muy pequeña que pudiese ser, no era frágil?
Un día cualquiera, creció.
Ese día, descubrió que haber sido bajita durante casi la mayor parte de su vida la había hecho una persona valiente. Había descubierto que nunca fue razón para sentirse acomplejada. De hecho, había descubierto quienes eran las personas que la querían de verdad y que no la habrían cambiado por nada. Esas personas la ayudaban a llegar a las estanterías, se agachaban cuando querían abrazarla y le enseñaron a ser fuerte, a no ser nunca una víctima de nadie.
Y así fue como una chica que siempre se sintió menuda e indefensa, se hizo mucho más grande que la mitad de las personas que la rodeaban. Ya nadie podía con ella. No importaba la altura o el peso. Era una gran chica para un gran mundo. No obstante, eso no era gran cosa para el resto de la población, aunque sí lo era para ella.
jueves, 26 de septiembre de 2013
Me gusta lo que veis, me gusta como me veis
A menudo pienso que no soy lo suficientemente buena para nada. A veces pienso que ni siquiera sé hacer las cosas que realmente me gustan: escribir, realizar fotografías, algún montaje en el photoshop. Últimamente la sensación es aún más fuerte y eso acrecienta el vacío que tengo dentro. Sé que es cuestión de tiempo que se arregle, pero también es cuestión de tiempo que empeore; no sé que pasará antes, ojalá sea lo primero.
Definitivamente hay algo dentro de mí que no está bien, aunque no sé que es. No obstante, hoy no quiero escribir sobre la horrible persona que soy o los estúpidos problemas que me hacen fingir sonrisas tan frecuentemente. Hoy vengo a dar las gracias.
Quiero agradecer a las personas que continuamente me dicen que puedo contar con ellas, aunque a la hora de la verdad no lo haga porque soy así... creedme que os tengo muy en cuenta. «SIEMPRE.»
No obstante, no sé porqué se me hace imposible ahogaros en mis problemas. Supongo que no quiero molestar, eso es todo. No quiero ser la víctima porque no considero que sea débil, frágil o pequeña como muchos me ven. «Blí, ya me estoy desviando. Debería aprender a centrarme y no divagar cuando escribo algo sobre la marcha, pero no puedo. Algún día podré.»
Simplemente gracias.
Gracias por soportar mis pequeñas mentiras para no preocuparos y fingir que os las habéis creído. Gracias por permanecer ahí a pesar de ese extraño rechazo mío. Gracias por ser fuente constante de inagotables sonrisas y más aun, de risas. Gracias por ser pequeños pilares de mi vida. Gracias por ser las personas que sois conmigo. Por leerme, por aguantarme, por hablarme. Gracias por el simple hecho de haber entrado en mi vida.
Sé que algunas de las personas que lean esto, si aún me leen (que sé que hay una o dos que lo hace), se preocuparán por el hecho de que me lo guarde todo, pero no lo hagáis. Mi vida puede parecer un desastre, puedo parecer incompleta y vacía, pero jamás cambiaría quién soy.
¿Por qué? Porque me ha tocado conoceros a todos: a los que sois letras en una pantalla, a los que puedo abrazar, con los que me llevo hablando horas infinitas por skype o por teléfono. En serio, gracias.
Gracias por todo.
martes, 24 de septiembre de 2013
Inside of me
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| Something is wrong with me. |
No sé cuál es la razón para esta apatía de vivir.
No soy yo misma, o eso espero. No me gusta sentir que no controlo lo que pasa alrededor de mí, que estoy vacía. Que no soy nada que alguien echaría de menos. Necesito vacaciones, un descanso de esos sentimientos. Busco emociones allá dónde antes nunca nada me interesó. Y lo peor de todo es que no sé la razón.
Sé que necesito ayuda, pero ¿para qué cargar a otros problemas que son sólo míos? ¿Cómo voy a vaciar mis problemas en otros si no sé ni por qué están ahí? Además, no podría ser tan egoísta. Todo el mundo tiene problemas, no puedo obligarles a llevar un peso que no es suyo.
Ahora mismo he suspirado, lo necesitaba. No me entiendo. Me gustaría entenderme. Sí, deseo entenderme más que cualquier otra cosa en el mundo. Deseo saber por qué me despierto llorando a las 4:36 de la mañana, deseo saber por qué no soy capaz de sincerarme completamente con nadie, deseo saber por qué me siento tan «personaje secundario» en la historia de mi propia vida.
No hay nada en el mundo que esté hecho para mí y lo peor de todo es que no sé la razón. No sé la razón por la cual cuando hago míos los problemas de otros sé darles solución y sentido, aunque ellos no tengan ni idea. No sé la razón por la cual me aburro de todo lo que me rodea. No sé la razón por la que siempre acabo diciendo o haciendo cosas que dañan a las personas importantes de mi vida.
Quizás, a pesar de todo, no soy un animal social... quizás he nacido para estar al margen, para ser la figura de paso que cambia, arregla y ayuda a los demás en sus propias vidas. No tengo historia, sólo soy un cúmulo de sentimientos contradictorios y ambiguos que se rompen pensando que nadie la echará de menos, que soy una de esas personas invisibles.
Es curioso ser invisible cuando siempre he querido ser iridiscente.
Nada de lo que he escrito en esta entrada tiene un sentido u orden, son sólo pensamientos que necesitaba desahogar. Son bolas de humo de las que necesitaba desprenderme durante unas horas, minutos, segundos; el tiempo que he tardado en escribirla desde mi HP con Boys like Girls de fondo.
Quién sabe, quizás esta noche no me despierto hecha un mar de lágrimas sólo por haber volcado todo ésto aquí.
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